El efecto Hello Kitty

"Con más de 3.400 personas muertas en el oeste de África y 7.500 infectados en el último brote de Ébola, 300.000 personas firman una petición en España... para salvar a un perro infectado". De esta manera se hacía reflejo el canal inglés Channel4 sobre la curiosa y llamativa movilización que se ha realizado en favor del ya famoso Excalibur.

El perro, condenado a muerte por falta de lugares seguros dónde meterlo - José Manuel Sánchez Vizcaíno, catedrático de Sanidad Animal, dixit-, y para evitar posibles sorpresas en una situación de incertidumbre sobre la salud nacional, convocó frente a 'su' domicilio a un importante grupo de personas contrarias al sacrificio.

Querían evitar ese acto y... ¿qué más?. ¿Liberarlo, llevárselo a sus casas, analizarlo en sus dormitorios mientras suben una foto/video a Facebook?. Cuando por atender a personas enfermas han sido contagiados otros e incluso hay sanitarios que no quieren acudir a su puesto de trabajo por miedo, ¿quién es el 'guapo' que arriesga su vida por tratar a Excalibur?

Vivimos en una burbuja que nos aísla del mundo real. La guerra, la violencia, la enfermedad, el hambre... son cosas del tercer mundo, o de sitios lo suficiente lejanos como para no inquietarnos ni compadecernos. Eso no pasará aquí. Suspirar mientras decimos "pobre gente..." y cambiar de canal. Todo arreglado. La estabilidad de nuestros padres y abuelos, y su progreso en vida, nos permitió no pasar grandes privaciones y soñar con una vida llena de progresos. Lo mejor siempre está por venir, decían.

Ese mundo multicolor, cuasi infantil, ajenos a todo peligro y en que las preocupaciones cotidianas son qué ponerse para salir, dónde ir de vacaciones, estudiar para el próximo examen o elegir la mejor foto para compartir, se resquebraja. La crisis económica nos mostró parte de la mentira en la que vivíamos y que el futuro no siempre toma el camino más cómodo. Ahora el ébola, campaña publicitaria de farmacéuticas, cortina de humo para otros asuntos y peligro real, nos recuerda lo frágiles que somos.

En el mundo de la piruleta, que los negros mueran en África nos importa un carajo, al menos mientras no sea yo, mi familia, amigos o, sobretodo, mi mascota. Murieron muchas aves inocentes cuando la gripe aviar, pero daba igual. No compares unos pollos a un perro. El afecto y esas cosas. Desde el momento en que hay personas que igualan el valor de la vida humana y animal y optan por esta última, una nueva enfermedad mental ha nacido.

No confundan ser defensor de los animales con ser idiota. Como si para ser seguidor de un equipo de fútbol fuera necesario convertirse en su más descerebrado ultra. A ese extremo llegamos, tan chupi-guays y defensores de valores de charol queremos ser, que toca lo absurdo. Nuestras superfluas inquietudes chocan con un mundo real del que nos han alejado. La desconexión con la realidad tiene estas cosas.

Vivir en una habitación rosa empapelada las últimas décadas con Hello Kitty está bien, pero sería positivo asomarse por la ventana para ver los colores reales. Y verás que no todos tienen esa misma luminosidad y que ni siquiera el gato ñoño de tus carpetas, ropa y demás productos comerciales, es lo que creías. Tranquilos, a los niños les pasa lo mismo cuando conocen a los Reyes Magos.

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