Tuvimos buenos y malos momentos, segundos eternos y horas fugaces que me hacen recordar cuánto tiempo he perdido, si todo se resume a mis escasos recuerdos. Me faltó algo de valor y no supe quitarme el lastre en forma de prejuicios que me impidieron hacernos felices.
No me quejo, no quiero parecer un lastimero. Llegaste sin querer y te marchas del mismo modo. Gracias por esta oportunidad. Me dí cuenta demasiado tarde de que eras lo único que tenía, la única que amaba, la que siempre ha estado ahí. Desde el comienzo, hasta esta fatídica hora. Adiós, vida mía. Adiós, vida.
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